-Abentofail Pérez Orona
Y dijo… “Éste será el reino de los pobres”
Llegamos al final de uno de los sexenios más incoherentes de nuestra historia. Lo absurdo, bien entendido en el contexto nacional, no puede comprenderse sino como una farsa.
La patética puesta en escena de una ridícula política que se ufanaba en un principio de ser la solución a los males de nuestro país y que ha terminado por agravarlos.
No significa esto, no pretendemos faltar a la verdad, que sea el peor sexenio de la historia de México. Sin embargo, lo que lo distingue de las tragedias anteriores es que, en ninguna otra época –ni siquiera el maderismo se jactó tanto de sí mismo– se le ofrecieron al pueblo tantas ilusiones y esperanzas.
Ya la realidad advertía la imposibilidad de realizar lo prometido. Es bien sabido que el que mucho promete poco cumple. Sin embargo la necesidad insufla de vida siempre a la esperanza y se deja arrastrar por derroteros peligrosos y terribles aferrada a la ilusión de que, en algún momento, tarde o temprano, lo prometido se hará realidad.
¿Qué fue del eslogan: “primero los pobres”? La pobreza en México aumentó cuantitativa y cualitativamente. Sin embargo, alguien podrá alegar: “el salvador nos ha dado de comer, al fin el gobierno, con las transferencias monetarias directas, se preocupa de su pueblo”.
Pobre y mísero consuelo. Hagamos un ejercicio comparativo. Antes de iniciar el sexenio, con la cantidad de programas de transferencia monetaria, el 28% de la población era beneficiada. Después de recortar el gasto para obras y servicios a nivel estatal y municipal; después de negar apoyos al campo, a la ciencia, a la cultura; después de presumir un combate implacable a la corrupción que nos ahorraría miles de millones de pesos.
¿Sabe usted a cuánto ascendió el porcentaje de beneficiados? Pasamos de un 28% antes de la llegada del redentor, a un 35%. Sólo un 7% más. Pero esto no es lo verdaderamente trascendente. El aumento del gasto en programas sociales fue, comparado con las cifras de 2018, sólo del 1.4% considerando la inflación.
Ojalá la farsa, apreciable lector, terminara aquí; pero lamento decirle que Racine, Molière y compañía quedarían perplejos ante esta puesta en escena. De los apoyos que “el pueblo” recibió (aclaramos, apoyos que surgen de sus propios impuestos, de su labor diaria y constante para sostener al Estado y engrosar los bolsillos de la burocracia), se benefició más el 5% más rico que el 5% más pobre.
Entre el 5% más pobre, «la población beneficiada bajó del 68 al 49% entre 2016 y 2022», mientras que «en el 5% más rico la cobertura aumentó de 6% a 20%.» (Ramón Centeno) Estos datos resultan todavía más ridículos si consideramos que en el presente sexenio el hombre más rico de México, Carlos Slim, fiel seguidor de la transformación en turno, incrementó su fortuna, sólo en los últimos cuatro años, un 58% (31 mil millones de dólares); mientras que el segundo hombre más rico de México, Germán Larrea, “logró”, sólo en tres años, un incremento del 125% de su fortuna.
Nunca, ningún gobierno en nuestra historia, había hecho tanto por los ricos como lo ha hecho el gobierno “de los pobres”. Y dijo… “Crearemos el mejor sistema de salud en América Latina […] seremos como Dinamarca” Pobres discípulos; se rompen la cabeza, se desgarran las túnicas, hacen malabares de retórica para salir del atolladero.
Y es que no hay forma de desmentir la triste realidad en este aspecto. Después de fantasear con un sistema de salud como el de los países nórdicos, donde el reparto de la riqueza es incomparablemente más equitativo que el de México, los resultados son estos: 50.4 millones de mexicanos carecen de servicios de salud. Sin embargo, algún discípulo ferviente, de aquellos incapaces de negar a su mesías dirá: “bueno, pero con el PRIAN estábamos peor”.
¡Oh!, mal imitador de Pedro: hoy en nuestro país son 18.8 millones más de personas las que carecen de servicios de salud que en 2016. ¿Acaso es una casualidad que México fuera, en la pandemia, el tercer país con más muertos en el mundo entero? Y dijo… “Elevaré los salarios, los conservadores nunca se habían preocupado tanto por los trabajadores”
Esta sentencia es apenas significativa. No tendría por qué ocupar más de tres líneas en esta trágica descripción inspirada por Melpómene. Precisa una aclaración porque entre los fervientes seguidores del señor… López, se esgrime como el más importante y trascendente cambio de la transformación.
Es el aumento de los salarios lo que distingue al morenismo de los gobiernos conservadores. Valoremos las cosas por lo que son y no por lo que dicen ser. De todos los mexicanos en edad de laborar, ¡más del 60% trabajan en el sector informal! 35 millones de trabajadores no percibieron ni si quiera el aroma del aumento que con tanta prepotencia presumen los obradoristas. Más aún. Es innegable el aumento del porcentaje de los salarios y nosotros no pretendemos faltar a la verdad.
Aumentaron los salarios un 29%, aunque este aumento sólo beneficiara a 4 de cada 10 trabajadores. Pero no nos dejemos engañar por las cifras. Los porcentajes muchas veces esconden más de lo que dicen. «Los últimos datos indican que entre 2018 y 2020, cuando el salario mínimo aumentó 29 por ciento, la masa salarial como porcentaje de PIB nada más pasó del 33.4 al 35.2 por ciento.
En contraste, entre 2004 y 2010 la masa salarial en Argentina creció del 38.7 al 49.3 por ciento del PIB. En el mismo periodo, durante el primer mandato de Lula, la masa salarial en Brasil aumentó del 56.1 al 57.9 por ciento, y continuaría subiendo, incluso bajo Bolsonaro, hasta 63.1 por ciento en 2019. (El salario mínimo en ambos países creció 147 por ciento y 50 por ciento, respectivamente, en el mismo sexenio.)» (Ramón Centeno).
¿A qué nos conduce concretamente este análisis comparativo? A lo siguiente: en los últimos 30 años el poder adquisitivo del salario se ha reducido en un 80%; es decir, si antes con 100 pesos podíamos comprar 10 kilos de tortilla, hoy sólo podemos, con la misma cantidad, comprar dos.
Oigo ya un grito desaforado entre los fieles discípulos del señor… López: “Sí, eso es culpa del PRIAN, fue hace treinta años, ¿qué culpa tiene nuestro mesías? Razón no te falta buen samaritano. Sin embargo, considera esto: «Según el “informe sobre Economía y Desarrollo incluyente” el ingreso laboral aumentó 31.7% entre 2020 y 2023, mientras que la Canasta básica aumentó 30.9%.» (Marat Barca).
Todo el aumento que registrara el salario se diluyó en el aumento de los insumos básicos. Más claramente. Si el aumento en el salario benefició sólo a 4 de cada 10 mexicanos, ese aumento se pierde al incrementarse el precio de la vida en México.
De esto se desprende una consecuencia más trágica aún: la vida de 6 de cada 10 mexicanos es hoy, después de seis años de morenismo, más deplorable y difícil que antes de la aparición de los adalides de la transformación. En términos reales, el 60% de los mexicanos vive hoy mucho peor que antes de la llegada del señor… López.